Como muchas personas en búsqueda de mi propia liberación, me embarqué en un camino hacia una vida libre de dolor y sufrimiento. Atravesé una crisis que impactó tanto mi salud física como mental/emocional, explorando distintos caminos y doctrinas como la danza, el yoga y el budismo en busca de respuestas. A pesar de mi travesía, no encontraba consuelo en esas prácticas hasta que llegué a la raíz de nuestra existencia: la tierra.

En la abundancia, resiliencia, fuerza, cooperación e interdependencia, descubrí todas las cualidades de la tierra que se sincronizaron de manera natural. Con su inteligencia, creó equilibrio en mí nuevamente, aquel equilibrio que anhelé durante años. Comencé a comprender la paradoja existente en nuestra salud y en la salud de la tierra, dándome cuenta de que ambas están intrínsecamente vinculadas.

Este descubrimiento me llevó a sumergirme en la cocina, la herbolaria y otras artes botánicas, aprendiendo a sembrar la comida y cuidar de nuestros ecosistemas circundantes para generar una resiliencia genuina. Mi viaje continúa, ya que la ciclicidad y los procesos de sucesión siempre persisten; en la vida, la búsqueda constante de mejora, pulido y transcendencia es inevitable. Sigo en esa senda, al igual que ustedes, siendo humana y aprendiendo sobre los cambios del mundo y nuestra salud como un proceso humilde y cíclico. Finalmente, reconozco a la tierra como la creadora y artista de esta magnífica obra que es la vida; SU MAESTRÍA RADICA EN EL EQUILIBRIO Y EN DAR VIDA.